La motivación es una de las áreas que más preocupan en la adolescencia actual. Muchos padres refieren que no ven a sus hijos/as nada estimulados con los estudios.
Antes de desgranar como podemos hacerlo para ayudar a nuestro hijos a tener más iniciativa, tenemos que definir qué es exactamente la motivación.
La motivación es un estado interno que activa, dirige y mantiene la conducta de la persona hacia metas o fines determinados; es el impulso que mueve a la persona a realizar determinadas acciones y persistir en ellas para su culminación.
En otras palabras, nada empieza sin una motivación que lo cree, nada sigue sin motivación y nada termina bien si no hay una motivación intrínseca que lo empuje. Podemos decir que ser un buen estudiante y sacar buenas notas no depende solo de la capacidad del estudiante y de su dedicación, depende también de sus ganas. O, mejor dicho, depende sobretodo de sus ganas que serán las que le den el impulso de sentarse a hacer los deberes, de estudiar, de hacer los proyectos, de prepararse al fin y al cabo las asignaturas que le llevarán a graduarse.
La pregunta que surge entonces, sabiendo que sin motivación no hay buenos resultados, es: ‘¿Qué hacemos para motivar a nuestros hijos?
De cara a iniciar cualquier proyecto y a que el esfuerzo que conlleva nos sea llevadero, podemos hablar de tres tipos de motivaciones.
La motivación a corto plazo, que sería algo así, como reforzar a nuestro hijo con algún premio cada vez que haga correctamente la tarea, es la recompensa inmediata: jugar una hora a la consola si lo he terminado todo, un rato de televisión, un rato de móvil… Es el premio que me doy a mí mismo por haber hecho lo que tocaba en el día. Estos premios son básicos y necesarios porque hacen más llevadera la tarea diaria y más gratificante el esfuerzo. Si lo transfieres a la versión adulta: es la cerveza que te tomas a la salida del trabajo, la cena rica que te haces, la serie favorita de televisión… tiene que haber un punto de recompensa siempre al esfuerzo que no podemos situar muy lejos en el tiempo y menos a estas edades, donde los chicos están todavía muy situados en el momento presente y el futuro es algo de lo que solo hablan los padres.
La motivación a medio plazo serían los aprobados en las materias. Aunque podamos creer que no le dan la importancia suficiente, lo cierto es que llevar un boletín lleno de aprobados a casa es un motivo siempre de orgullo para los chicos. Si el resultado es positivo, puedes hacerle las mismas fiestas que le hacías de pequeño cuando traía un dibujo terminado a casa. Es todavía muy importante el refuerzo de los padres. Un chico motivado siempre quiere compartir y verse elogiado por el resultado de su esfuerzo, aunque la finalidad es encontrar el punto donde el alumno se esfuerza por su propio bien, lo cierto es que los padres forman parte de este viaje. En este momento, podemos negociar con ellos un premio final de curso (o de trimestre) que será el resultado del esfuerzo realizado durante el curso.
Si hemos notado un bajón grande o que ha suspendido varias materias, es importante evitar los refuerzos en negativo: ‘menudo bajón has pegado’, ‘has sido un vago este trimestre’… es mucho mejor optar por preguntar: ‘¿Qué te ha pasado? ¿Qué ha ocurrido este trimestre para que hayas bajado tanto el rendimiento? Y muéstrate dispuesta a escuchar siempre. A lo mejor, hay un motivo detrás de esas notas más bajas, no debemos creer siempre que es consecuencia de la dejadez. En este momento de su vida, los chicos pueden estar pasando por un montón de situaciones que les influyan en su rendimiento y debemos darles el espacio para que las compartan. Esa pregunta debe ir acompañada de tiempo y paciencia para que sea respondida. Y por último, si decides que hay dejadez, puedes plantear la retirada de beneficios pero intenta que sea siempre acompañado de una charla motivadora donde su futuro sea el protagonista.
Y, por último, pero no menos importante, de hecho, probablemente es la que más peso tiene es la motivación a largo plazo ¿Por qué estoy viniendo todos los días al IES y preparándome las materias?
Esta es una asignatura pendiente en Educación: enseñar a los chicos/as que sus acciones de hoy van a constituir sus actos del futuro, o lo que es lo mismo, relacionar el esfuerzo de hoy con las posibilidades del mañana. Si tomo consciencia de que el esfuerzo realizado estos años tendrá una consecuencia futura, es probable que no solo estudie por contentar a mis padres o por evitar un castigo.
Y para intensificar esta motivación en nuestros hijos sería interesante hablarles de nosotros mismos, de en qué hemos trabajado, de lo que nos gusta, de lo que nos ha abierto camino y lo que nos lo ha cerrado.
En mis talleres de motivación, siempre empiezo preguntando a los chicos: ‘¿En qué os veis trabajando dentro de unos años?
En realidad, esa debería ser la pregunta al iniciar cualquier curso de cualquier año de cualquier Cole e Instituto. No es que los chicos/as tengan que tener la respuesta con 12 años, ni con 13, ni siquiera con 15, pero si tienen que tener ya la pregunta en mente. Esa pregunta es la que nos llevará a crear una conexión entre el estudio y el que quieren hacer. Sería muy positivo que desde los centros de estudio se hicieran visitas a los Centros de trabajo y se recibirán también visitas de los profesionales de las diversas áreas. Todos tenemos algo que es lo nuestro: si damos con esa respuesta, la motivación para el estudio no será simplemente ganar dinero, contentar a mis padres, hacer lo que socialmente está establecido…. La motivación sería encontrarme con mi misión de vida, mi don, con lo que de veras yo puedo aportar a los demás. Y después de que los chicos encuentran esa repuesta, les invito a relacionar los contenidos de cada materia que ven con aquello que sienten que les hará feliz cuando se puedan dedicar a ello plenamente.
Al final, motivar es darle un sentido a lo que hacemos y ¿Quién quiere vivir sin sentido?