Cómo ser buen padre o madre y ganar en el intento


A menudo veo en mi consulta, padres y madres que se refieren a sus hijos como el tesoro más valioso de sus vidas. Exponen que harían lo que fuera falta por ellos, nunca sé hasta donde llega ese ‘hasta donde haga falta’… será ¿subir el Everest? ¿hacer huelga de hambre de meses? ¿dormir una noche en el Polo en manga corta? ¿matar a cualquiera que les mire mal? Bien, está bien, todo ello está bien. Es hermoso amar a alguien hasta los límites de tu cuerpo. Sin embargo, muchos de ellos no practican la principal, la más valiosa e importante cualidad que dará a sus hijos el soporte más importante para desarrollar una vida plena: SER FELICES.

Olvídate, tu hijo no aprenderá a cuidarse si tú no te cuidas, tal y como he visto en miles de ocasiones. Tu hijo/a no aprenderá a tener buenas relaciones si las tuyas no lo son, ni se dirá cosas buenas así mismo si tú no lo haces. Simplemente, no sirve, no funciona encerrarse a llorar en el baño, mientras le ocultas que estás pasándolo fatal. Ellos nos están viendo todo el tiempo. Los niños no aprenden de nuestras palabras, aprenden de nuestros hechos.

Si tu pareja no funciona, por ejemplo, toma cartas en el asunto: intenta solucionarlo si crees que aún se puede y si no, inicia caminos separados. Pero no le hagas cargar con la mochila llena de piedras de que ‘te quedaste sintiéndote desgraciado/a con esa persona’ sólo por el/ella. Creerás que los niños no lo notan pero el desamor, con peleas o sin ellas, es la sensación más palpable para un niño/a desde que es un bebé. Ellos pueden sentir cuando viven en un hogar desgraciado o cuando sus padres lo son, aún cuando ellos intenten ocultárselo. Es pura energía. En una de mis últimas consultas, una niña de 5 años protagonizaba unas rabietas que ya sobrepasaban cualquier entendimiento humano. Sus padres convivían bajo el mismo techo con el mínimo roce amoroso. No peleaban, ni discutían, pero ya habían abandonado toda esperanza como pareja. Eran solo dos compañeros de piso esperando a que la niña creciera para empezar a vivir su propia vida. Cuando tomaron conciencia del desastre y decidieron separarse, acabaron las rabietas. Ella estaba manifestando en su cuerpo, la rabia y tristeza que sus padres conseguían reprimir bajo la cuchilla asesina de emociones que es la frialdad.

Si no te sientes feliz, sea por el motivo que sea: trabajo, amigos, pareja, malas relaciones, una infancia desgraciada…. Si cualquiera de estas razones compromete tu felicidad y harías cualquier cosa por el bien de tus hijos: sánala y sánate. Entonces, no habrá uno, sino dos beneficiados, o cientos, porque al que le sigue le seguirán otros tanto después.

-­A veces, siento que mi vida no merece la pena y entonces me encierro en el baño a llorar pero cando la puerta y lo hago en voz muy baja – me decía una madre que buscaba ayuda para su hijo que estaba teniendo muchos problemas con los compañeros y profesores en la escuela ­- ¿Qué puedo hacer por él?’

La respuesta es mucho más sencilla de lo que pudiera parecer: buscar ayuda para ti, sanarte tú, atender tu dolor antes que cualquier otra cosa porque los hijos, cuando son pequeños, pueden sentir la misma punzada aguda en el corazón que tú sientes y si no la sanas, le harás cargarla en todos los aspectos de su vida y, probablemente, trasladársela a la siguiente generación, así el dolor se transmite de padres a hijos/as, hasta que uno decida que no debe poner el foco en el otro para dejar de perpetuar ese dolor, sino que ha de mirar en si mismo.

Los niños de padres que están enfrentados dentro del propio hogar están tristes, enfadados, temerosos, desorientados…. Los niños de madres tristes y depresivas se sienten siempre insuficientes, a veces tienen grandes éxitos, pero teñidos por la sensación de que algo en ellos está mal porque no pudieron complacer, ni hacer feliz al primer amor de su vida, su madre… las niñas de padres narcisistas tienden a desarrollar malas relaciones con los hombres porque están sedientas de amor y de que alguien las mire…. Los niños que ven violencia en sus padres tenderán a reproducirla de nuevo o serán víctimas de la violencia de otros.

¿Quieres que tu hijo sea feliz? Sé feliz tú….

Cuídate el cuerpo y la mente, y así le enseñarás lo importante que es tratar bien al cuerpo, sal a la montaña a menudo y crearás en el él/ella la necesidad de estar siempre en contacto con la naturaleza (lo que supone un bienestar indiscutible), no vivas enfadado/a y entonces no normalizará cuando sea mayor estar todo el día enfangado en problemas, ten buenas relaciones y muestra el afecto por tu pareja siempre que puedas, así sabrá que los hombres y mujeres pueden ser los mejores amigos…. Te miran, te están mirando todo el tiempo, eres su principal ejemplo, eres la persona que le estás enseñando el mundo, eres sus ojos y sus manos porque tú eres quien eliges en este momento de su vida los escenarios que está experimentando.

Si quieres que tu hijo/a sea feliz, mejora el escenario que has creado para él mejorando el tuyo. Una sonrisa verdadera en el rostro de una madre/padre es el mayor regalo de ternura y felicidad que un hijo/a puede recibir. Es lo que ellos quieren todo el tiempo: que les digas con tus gestos y con tus actos que el mundo es un lugar bonito que merece la pena habitar.

Y si no lo sientes así, no pasa nada, no te culpabilices por ello, pero busca ayuda… y hazlo por ti… y entonces lo harás también por el o por ella.

E.P.C. elena@lalunademadrid.es @elenasinelena